
Un deseo tranquilo
Me parece que sería feliz con llevar la vida de un simple pastor, con sentarme sobre la colina como estoy sentado aquí ahora; con trazar cuadrantes artificiosamente, línea por línea; mirar cómo corren los minutos, luego contar cuántos son precisos para completar una hora, en cuántas horas se acaba un día, en cuántos días llega a su término el año, cuántos años puede vivir un hombre mortal. Después, una vez conocido eso, dividir el tiempo así: tengo tantas horas para guardar un rebaño, tengo tantas horas para mi reposo, tengo tantas horas para dedicarme a la contemplación, tengo tantas horas para entregarme a mis recreos, hace tantos días que mis ovejas han estado con el carnero; en tantas semanas parirán; en tantos años les cortaré la lana. Así, los minutos, las horas, los días, los meses y los años irían hacia el fin que les fue asignado y llevarían una cabeza blanca a una tumba tranquila.
William Shakespeare, Enrique VI
Crédito de la imagen de cabecera: Hengki Koentjoro